04/07/2008

pROGRESSO


El erizo

El erizo despierta al fin en su nido de hojas secas
y acudem a su memoria todas las palabras de su lengua,
que, contando los verbos, son poco más o menos
veintisiete.

Luego piensa: El invierno ha terminado,
Soy un erizo, Dos águilas vuelan sobre mí;
Rana, Caracol, Aranã; Gusano, Insecto,
En qué parte de la montañas os escondéis?
Ahí está el río, Es mi território, Tengo hambre.

Y vuelve a pensar: Es mi territorio, Tengo hambre,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
En qué parte de la montaña os escondeis?

Sin embargo, permanece quieto, como una hoja seca más,
porque aún es mediodía, y una antigua ley
le prohíbe las águilas, el sol y los cielos azules

Pero anochece, desaparecen las águilas, y el erizo,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
Desecha el rio y sube por la falda de la montaña,
tan seguro de sus púas como pudo estarlo
un guerrero de su escudo, en Esparta o en Corinto;

Y de pronto atraviesa el límite, la línea
que separa la tierra y la hierba de la nueva carretera,
de un solo paso entra en su tiempo y el mio;
Y como su diccionario universal
no ha sido corregido ni aumentado
en estos últimos siete mil años,
no reconoce las luces de nuestro automóvil,
y ni siquiera se da cuenta de que va a morir.


Bernardo Atxaga, in Poemas & híbridos, Plaza Janés, 1997